En la última campaña presidencial, el actual mandatario prometió “cirugía mayor para la salud”. Así rezaba costoso letrero en ingreso norte a la ciudad. El nuevo director del servicio “quiere sacar salud de la UTI”. Deben haber tenido lapidarios diagnósticos de la salud chilena y provincial que los llevaron a tan contundentes declamaciones. Sin embargo, las primeras señales provenientes del sector son preocupantes y comienzan a inquietar tempranamente.
En primer lugar, nuestros vecinos aspiran a vivir en una ciudad que garantice y promueva un modo de vida donde la atención primaria de salud, el acceso universal y la protección permanente representen una opción política de sus autoridades. Nosotros, los ciudadanos, aspiramos a que nuestros gobernantes diseñen e implementen medidas que tiendan a mejorar el funcionamiento del sistema de salud, que señalen lo que debemos esperar respecto de medidas relacionadas con los medicamentos, con la tecnología que se incorporará, con el control de la calidad de los servicios que se prestan, con la acreditación de los recursos humanos, con los incentivos para el cumplimiento de metas o con los mecanismos de coordinación intersectorial. Necesitamos saber cuáles serán las prioridades del sector y cómo éstas se materializan en el espacio territorial. A la fecha, las declaraciones de las nuevas autoridades parecen no tener nada claro.
En segundo lugar, durante estos últimos años se ha venido fortaleciendo la capacidad de gestión descentralizada de los servicios de salud, con beneficios objetivos para la población, como la cercanía para la resolución de problemas, la personalización de la atención médica, la incorporación de recursos adicionales, la respuesta más oportuna y pertinente a las necesidades de las comunidades, la flexibilización de las alternativas de respuestas a los problemas de gestión y la innovación y promoción del mejoramiento de los recursos humanos y de la infraestructura sanitaria. Es evidente que la descentralización ha generado mejoras en el control del uso de los recursos humanos y materiales, en la eficiencia de los recursos financieros y en la participación de las personas en las fases de implementación de programas. Como corolario, ello ha redundado en el fortalecimiento del sistema de salud público. De las declaraciones de las nuevas autoridades nada se desprende respecto de los proyectos y prioridades sectoriales.
Tal vez sesenta días no son suficientes y estamos siendo demasiados exigentes, tal vez el terremoto ocurrido en la zona central ha distraído la atención en demasía a las nuevas autoridades, tal vez la evaluación que están haciendo de los funcionarios heredados les ha ocupado demasiado tiempo como para dedicárselo a las inquietudes anteriores…o será que tal vez el Presidente este 21 de mayo despejará todas nuestras dudas respecto de lo que se espera de ellos, de lo que harán en el quirófano y en la sala de tratamiento intensivo, espacios a los cuales harán pasar a la salud chilena y provincial? Tal vez estemos escribiendo de más y la próxima semana tengamos que retractarnos.
En primer lugar, nuestros vecinos aspiran a vivir en una ciudad que garantice y promueva un modo de vida donde la atención primaria de salud, el acceso universal y la protección permanente representen una opción política de sus autoridades. Nosotros, los ciudadanos, aspiramos a que nuestros gobernantes diseñen e implementen medidas que tiendan a mejorar el funcionamiento del sistema de salud, que señalen lo que debemos esperar respecto de medidas relacionadas con los medicamentos, con la tecnología que se incorporará, con el control de la calidad de los servicios que se prestan, con la acreditación de los recursos humanos, con los incentivos para el cumplimiento de metas o con los mecanismos de coordinación intersectorial. Necesitamos saber cuáles serán las prioridades del sector y cómo éstas se materializan en el espacio territorial. A la fecha, las declaraciones de las nuevas autoridades parecen no tener nada claro.
En segundo lugar, durante estos últimos años se ha venido fortaleciendo la capacidad de gestión descentralizada de los servicios de salud, con beneficios objetivos para la población, como la cercanía para la resolución de problemas, la personalización de la atención médica, la incorporación de recursos adicionales, la respuesta más oportuna y pertinente a las necesidades de las comunidades, la flexibilización de las alternativas de respuestas a los problemas de gestión y la innovación y promoción del mejoramiento de los recursos humanos y de la infraestructura sanitaria. Es evidente que la descentralización ha generado mejoras en el control del uso de los recursos humanos y materiales, en la eficiencia de los recursos financieros y en la participación de las personas en las fases de implementación de programas. Como corolario, ello ha redundado en el fortalecimiento del sistema de salud público. De las declaraciones de las nuevas autoridades nada se desprende respecto de los proyectos y prioridades sectoriales.
Tal vez sesenta días no son suficientes y estamos siendo demasiados exigentes, tal vez el terremoto ocurrido en la zona central ha distraído la atención en demasía a las nuevas autoridades, tal vez la evaluación que están haciendo de los funcionarios heredados les ha ocupado demasiado tiempo como para dedicárselo a las inquietudes anteriores…o será que tal vez el Presidente este 21 de mayo despejará todas nuestras dudas respecto de lo que se espera de ellos, de lo que harán en el quirófano y en la sala de tratamiento intensivo, espacios a los cuales harán pasar a la salud chilena y provincial? Tal vez estemos escribiendo de más y la próxima semana tengamos que retractarnos.